Receiving Communion Continuing our series on postures and gestures at liturgies, we are walking through the Mass- we now discuss the reception of communion.
Throughout the history of the church and in different regional areas there are varying norms for the reception of communion. The current norms in the United States are to receive communion standing and in the hand. It is also fairly common for the laity to receive communion under both species- host and chalice.
Before Vatican II it was common for people to receive while kneeling at an altar rail and only to receive the host. The change of norms does not speak to a better or worse way of doing things. And there is still latitude to receive communion in other ways. For example, you are allowed to receive while kneeling and on the tongue. This was challenged a bit during the pandemic where for pastoral reasons in our diocese, receiving on the tongue was discouraged and the cup was not offered. This was intended as an act of charity and solidarity in a stressful time to help us be able to continue to worship in person and allow for the sacraments to be provided. When you live in community there tends to be a healthy tension between personal choice and communal sensitivity.
If you do receive on the hand, a prescribed detail is to place your hands open with your non-dominant hand on the top (left hand on top for right-handers). We do not reach to take the Eucharist but we should freely receive it. The nondominant hand is presented because it is in a sense more sacred and reserved for this holy action than the hand we use for everyday activities. It can be more challenging to receive the chalice but strive to make efforts not to take it from the hand of the Eucharistic Minister.
While being aware of the physical details of receiving communion is good, of more importance is our spiritual and mental preparation. The Mass itself is designed to aid in this preparation through our prayers of penance, reflection on the word, and especially through the sacrificial action of the Eucharistic prayers. By opening our ears and eyes to focus on the mystery of the Eucharist we are more prepared to receive the Lord into ourselves. Since the Eucharist is the summit of our faith it stands to reason that we would have the most specific rules for how we receive it.
++ RINCÓN DE LA LITURGIA Recibir la Comunión Continuando con nuestra serie sobre posturas y gestos en las liturgias, caminamos a través de la Misa; ahora discutimos la recepción de la comunión.
A lo largo de la historia de la iglesia y en diferentes áreas regionales existen diversas normas para la recepción de la comunión. Las normas actuales en Estados Unidos son recibir la comunión de pie y en la mano. También es bastante común que los laicos reciban la comunión bajo ambas especies: hostia y cáliz.
Antes del Vaticano II era común que la gente recibiera arrodillada ante el altar y solo recibiera la hostia. El cambio de normas no habla de una mejor o peor manera de hacer las cosas. Y todavía hay margen para recibir la comunión de otras maneras. Por ejemplo, se le permite recibir de rodillas y con la lengua. Esto fue un poco cuestionado durante la pandemia donde, por razones pastorales en nuestra diócesis, se desaconsejó recibir en la lengua y no se ofreció la copa. Esto fue pensado como un acto de caridad y solidaridad en un momento estresante para ayudarnos a poder continuar adorando en persona y permitir que se proporcionen los sacramentos. Cuando se vive en comunidad tiende a haber una tensión saludable entre la elección personal y la sensibilidad comunitaria.
Si recibes en la mano, un detalle prescrito es colocar las manos abiertas con la mano no dominante en la parte superior (la mano izquierda arriba para los diestros). No alcanzamos a tomar la Eucaristía pero debemos recibirla gratuitamente. La mano no dominante se presenta porque, en cierto sentido, es más sagrada y reservada para esta acción santa que la mano que usamos para las actividades cotidianas. Puede ser más difícil recibir el cáliz, pero esfuércense por no quitárselo de la mano del Ministro Eucarístico.
Si bien es bueno ser consciente de los detalles físicos de recibir la comunión, es más importante nuestra preparación espiritual y mental. La Misa en sí está diseñada para ayudar en esta preparación a través de nuestras oraciones de penitencia, reflexión sobre la Palabra y especialmente a través de la acción sacrificial de las oraciones eucarísticas. Al abrir nuestros oídos y ojos para centrarnos en el misterio de la Eucaristía, estamos más preparados para recibir al Señor en nosotros mismos. Dado que la Eucaristía es la cumbre de nuestra fe, es lógico que tengamos las reglas más específicas sobre cómo recibirla.