LITURGY CORNER
Lectors: Proclaiming God’s Word
In our series on liturgical ministries, we are digging into what it means to be a lector. The word lector means one who reads and has been an important part of Judeo-Christian worship for millennia. You can even read first-hand accounts in the Gospels of Jesus serving as a lector in Jewish worship when he unrolls the scroll and reads from the prophet Isaiah. That scene plays out much like our modern Catholic liturgy of the word.
In the Roman Catholic Church there are two flavors of lectors. The instituted lectors and “non-instituted lectors”. Historically there were four minor offices in the Church that preceded one’s ordination as a deacon and priest. One of those offices was that of Lector, where those being formed as clergy would wear an alb, proclaim the readings, do the universal prayer, provide instruction to those preparing for sacraments, and more. To this day the instituted lector retains these roles and the Vatican has recently more clearly opened this role to all lay people-men and women (not just those preparing to be ordained). A more formal process and training will be provided within the next few years from the Vatican.
Non-instituted lectors serve when there are no instituted lectors available (we currently only have one in our parish). To be a lector one should be a confirmed Catholic in good standing and should have at least basic capacities as a public speaker. We have a training/formation process for those interested which includes practical, historical, and theological content. Our lector coordinator is John Hayes ([email protected]) you can contact him if you are interested in becoming a lector/have any questions.
Lectors don’t just read the scripture they are invited to encounter it and bring their wisdom, knowledge, and research to aid their preparation in proclaiming the word. There is a reason we don’t project the readings / provide books for all with the readings. Because in liturgy, we strive to encounter the living word, which is brought forth at the moment it is spoken (like God spoke and it was in the Creation narrative). This tradition of proclaiming and listening is rooted in our historical worship. In a sense proclaiming is incarnational and our lectors are mediators of God’s presence in the scriptures. May our lectors (and assembly) deepen our encounter with God in the word of Lord. Thanks be to God!
RINCÓN DE LA LITURGIA
Lectores: Proclamando la Palabra de Dios
En nuestra serie sobre ministerios litúrgicos, profundizamos en lo que significa ser lector. La palabra lector significa alguien que lee y ha sido una parte importante del culto judeocristiano durante milenios. Incluso puedes leer relatos de primera mano en los Evangelios de Jesús sirviendo como lector en el culto judío cuando desenrolla el rollo y lee del profeta Isaías. Esa escena se parece mucho a nuestra liturgia católica moderna de la palabra.
En la Iglesia Católica Romana hay dos tipos de lectores. Los lectores instituidos y los “lectores no instituidos”. Históricamente, hubo cuatro oficios menores en la Iglesia que precedieron a la ordenación como diácono y sacerdote. Uno de esos oficios era el de Lector, donde quienes se formaban como clérigos usaban un alba, proclamaban las lecturas, hacían la oración universal, brindaban instrucción a quienes se preparaban para los sacramentos y más. Hasta el día de hoy, el lector instituido conserva estas funciones y recientemente el Vaticano ha abierto más claramente esta función a todos los laicos, hombres y mujeres (no sólo a aquellos que se preparan para ser ordenados). En los próximos años el Vaticano proporcionará un proceso y capacitación más formales.
Los lectores no instituidos sirven cuando no hay lectores instituidos disponibles (actualmente solo tenemos uno en nuestra parroquia). Para ser lector, uno debe ser un católico confirmado con buena reputación y tener al menos capacidades básicas como orador público. Contamos con un proceso de capacitación/formación para los interesados que incluye contenidos prácticos, históricos y teológicos.
Los lectores no sólo leen las Escrituras, sino que están invitados a encontrarlas y aportar su sabiduría, conocimiento e investigación para ayudarlos en su preparación para proclamar la palabra. Hay una razón por la que no proyectamos las lecturas ni proporcionamos libros para todos con las lecturas. Porque en la liturgia nos esforzamos por encontrar la palabra viva, que surge en el momento en que es pronunciada (como Dios habló y fue en la narración de la Creación). Esta tradición de proclamar y escuchar tiene sus raíces en nuestro culto histórico. En cierto sentido, proclamar es encarnación y nuestros lectores son mediadores de la presencia de Dios en las Escrituras. Que nuestros lectores (y asamblea) profundicen nuestro encuentro con Dios en la palabra del Señor. ¡Gracias a Dios!